El Flexicar Fuenlabrada agradó y ganó en el debut liguero con un baloncesto que gusta a la parroquia del Fernando Martín. El 82 – 73 ante el Melilla Ciudad del Deporte es un buen primer paso en la temporada.
El baloncesto es un deporte maravilloso, y si encima ganas… Esta frase cobra especial significado en los equipos para los que el triunfo no se da por supuesto. En Fuenlabrada lo sabemos bien. Marko Popovic dice que cuando aterrizó en nuestro club aprendió a valorar el peso de cada victoria, lo que en otros equipos donde había jugado era la norma aquí se celebraba como un gran éxito. Quizá porque sabemos lo que cuesta.
Y tiene pinta de que el Flexicar Fuenlabrada de esta temporada nos va a hacer revivir esa sensación. La de vibrar con intensidad máxima en cada partido. La de poner todo el empeño en el parqué. Porque ese es el único camino de nuestro equipo para ganar. A ganas no nos puede ganar nadie. Tenemos que ganar con ganas.
Así se plasmó en el partido inaugural ante el Melilla. Las dudas sobre qué Flexicar Fuenlabrada nos íbamos a encontrar tras una inusual pretemporada quedaron pronto disipadas. Altísimo ritmo de juego, con ataques muy verticales, protagonismo coral, tanto que en el primer cuarto ya habían anotado seis jugadores distintos. Y en defensa, apretando en líneas de pase, subiendo a buscar al base rival desde la línea de fondo, sin rehuir el contacto ni los cambios defensivos.
Pero se nos olvidó una de las batallas. La del rebote. Gracias a ese rebote los melillenses aguantaron cerca en el marcador durante toda la primera parte. Los muchos méritos mostrados para lograr nuestra primera ventaja notable (29 – 21 al inicio del segundo cuarto) quedaron lastrados por el agujero del rebote defensivo. Hasta 15 puntos tras rebote de ataque anotaron los visitantes antes del descanso. Nosotros ninguno. Así que a los vestuarios nos fuimos tan solo un punto arriba: 44 – 43.
Tras la reanudación tuvimos una doble virtud. Mantuvimos lo que estábamos haciendo bien y rectificamos el error. Así que ahora sí pudimos correr, porque la defensa tuvo el broche del rebote. Y el nuevo Flexicar Fuenlabrada desplegó las principales virtudes de su juego, esa intensidad defensiva y esa velocidad ofensiva que se tradujeron en que el rival tan solo anotó cuatro puntos en cinco minutos de juego. Así abrimos una apreciable renta en el marcador: 57 – 47, minuto 26 partido.
A partir de ese momento el partido se convirtió en un pulso en el que los visitantes pugnaban por reengancharse y nosotros por romper el partido definitivamente. Pues ni una cosa ni la otra. Igual que ellos amenazaron con volver (61 – 55, minuto 29), nosotros rozamos la escapada definitiva (68 – 55, minuto 33). El balancín quedó instalado en torno a la decena de puntos, una distancia que supimos administrar a pesar de las arremetidas melillenses para acabar celebrando con justicia y sin agobios en el minuto final.
¿Y de nombres propios qué? Ya hemos dicho en esta crónica que esto fue un asunto muy coral. Las estadísticas destacan los 27 de valoración de Vitor Benite o lo cerca que estuvo de hacer un triple doble Mateo Díaz (7 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias) o el inmaculado 7 de 7 en tiros de campo de Jonathan Kasibabu. Pero ¿cómo valoramos los cero puntos y cero de valoración de Romaric Belemene? Pues con una nota muy muy alta, porque Romaric se esforzó al máximo allá donde el equipo lo necesitó, jugó de alero, de ala-pívot y hasta de pívot. El suyo es solo un ejemplo de la actitud con la que el Flexicar Fuenlabrada se empleó para ganar. Para ganar con ganas.
Primer paso dado. El camino es largo y vivirá su segundo episodio el próximo viernes cuando visitemos a las 20:45 horas al Grupo Ureta Tizona Burgos. Pero de momento hoy toca celebrar la victoria.
Departamento de Comunicación del Flexicar Fuenlabrada.
Foto de Alba Pacheco.