Andy Panko anotaba nuestro punto 28 con nueve minutos de juego. Si en ese momento alguien nos hubiera dicho que llegaríamos al minuto 31 con tan sólo 40 tantos no le habríamos dado crédito alguno. Pero así fue. Largos 22 minutos de colapso, incapaces de cerrar el rebote en nuestro aro y faltos de energía en ataque, parálisis extensible a los tiros libres con 12 lanzamientos errados. La derrota (73 – 78) era la consecuencia lógica por mucho que la reacción final nos hiciera soñar con la remontada. La espléndida puesta en escena ofensiva no tuvo su continuación en defensa y de nuevo encajamos más de 20 puntos en el primer cuarto. Para lo bien que jugamos en ataque nuestra ventaja tras los primeros diez minutos se antojaba escasa (28 – 23). Escasa e insuficiente porque pronto los gallegos tomaron el mando del marcador apoyados en su clara superioridad reboteadora y mejores ajustes defensivos (32 – 41 al descanso). Los males estaban localizados, pero no pudimos remediarlos en la continuación, y si bien es cierto que mejoramos en defensa, nuestro ataque seguía atascado con la mínima producción ya mencionada antes que nos obligaba nuevamente a la hazaña en el tramo final (40 – 55, minuto 30). De nuevo la casta un poco a la desesperada, otra vez la grada enardecida con ganas de creer en la heroica. Mejora en el rebote y transiciones rápidas, pero el arrimón se vio sofocado una y otra vez con triples de Dewar y Corbacho que impidieron que nos acercáramos a menos de cuatro puntos de distancia (69 – 73). El 73 – 78 puso fin a un partido desconcertante en el sumamos la barbaridad de 61 puntos en el primer y el último cuarto. Y tan sólo 12 en el cómputo global del segundo y el tercero. Regularidad, asignatura pendiente. Departamento de Comunicación del Baloncesto Fuenlabrada. Imagen: Panko fue uno de los mejores del partido (Fran Martínez) |