Curiosamente son los mismos guarismo que una semana atrás:derrota 88 – 82. Pero las sensaciones son diametralmente opuestas. Si el choqueen el Palau fue motivo de orgullo para la afición por haber plantado cara en lacancha del actual campeón, el de ayer es un chasco de los gordos, no ya porperder, sino por el juego, deslavazado en muchos momentos, que demostramosdesde el arranque.

Nos la botamos en el pie se escuchaba por la grada en más deuna ocasión. Algo así hay que hacer para acabar con 19 pérdidas de balón. Aunqueno menospreciemos la inteligente y aguerrida defensa del Rio Natura Monbus quelogró secar a Panko y Akindele, tanto que la primera cesta en juego delnigeriano llegó en el último minuto del partido.

Bien por ellos, el problema es que nuestra respuesta no fuela adecuada ya que sólo de manera intermitente nuestra defensa impedía a losgallegos mover el balón cómodamente. Casi siempre la ponían en las manos queellos querían, ahora Corbacho, luego Kleber, o quizá Rafa Luz.

Así las cosas el 33 – 40 del descanso era casi hasta unabuena noticia gracias a un par de arreones de nuestro equipo que mantuvieron alrival cerca. Lo que ocurrió en la reanudación tiene difícil explicación. La eclosióndel Montakit Fuenlabrada fue magnífica y en apenas un par de minutos empatamosa 43. Cierto es que los 10 súbitos tantos llegaron de las manos de AlbertoDíaz, Steve Burtt y Javi Vega, es decir, Akindele y Panko seguían sin olerla. Estodebió pensar el Río Natura, “tranquilos, que el plan sigue adelante” les diríael técnico a sus chicos.

Dicho y hecho. Desperdiciamos una posesión para ponernos pordelante y a continuación nos desmoronamos. Pérdidas de balón, mala selección detiro, incapaces de sacar ventajas de los continuos cambios defensivos de losvisitantes. Daba igual que un grande se quedara con un pequeño o al revés. Nohallamos la forma de dañarles con contundencia. 6 – 21 de parcial y todo cuestaarriba para nuestros intereses con el 49 – 64 del minuto 29.

Esa desventaja, 15 puntos, era el desafío para el últimocuarto. Lo abrimos encomendados a la anárquica muñeca de Steve Burtt que nosdio esperanzas con dos triples consecutivos (57 – 66, minuto 32). Pero elcontrol del juego seguía en manos del Obradoiro gracias a lo cual el equipogallego se plantó en los últimos tres minutos con un confortable 69 – 80.

La locura que vino después recordó a la de quince días atráscon la remontada ante el Sevilla, pero no se hacen heroicidades todos los días.Con todo el corazón del mundo y con el aliento incansable de la aficiónsoplando fuerte el Montakit Fuenlabrada vio un atisbo de optimismo con un parde triples de Alberto Díaz (75 – 81). Y al Obra le comenzaron a temblar laspiernas. Fallos de Corbacho y Rafa Luz tras, ahora sí, buenas defensasfuenlabreñas, permitían a Akindele y Burtt calentar al máximo el FernandoMartín (78 -81).

El ensordecedor ambiente ayudó a que Purmpla mandara elbalón a la grada y con 55 segundos por delante nos veíamos con la posesión paraempatar o ponernos a un solo punto. Quizá la prudencia pedía buscar una situacióncercana al aro para forzar una falta o una cesta interior, pero Burtt,encendido como estaba, se la jugó de tres. No entró. Capturamos el rebote ySteve se jugó un nuevo triple. Hierro. Otro rebote, ahora de Panko que selevantó pero no atinó con un tiro relativamente próximo aunque bien defendido.Ahí se esfumaron casi todas nuestras opciones.

Porque luego permitimos que el más enchufado de losjugadores rivales recibiera cómodamente en cada saque de banda para forzarnuestras faltas. Kleber anotó con pasmosa seguridad los últimos cuatro tiroslibres y dio la puntilla al partido. Demasiado cerca de la victoria estuvimostras las 19 pérdidas y habérnosla botado en el pie tantas veces, metafórica oliteralmente.

Ocho días por delante para rumiar la derrota y afrontar confuerza la visita a Andorra, el primero de los decisivos nueve partidos que nosrestan. Allí estará también una representación de la afición fuenlabreña. Seráel domingo a las 19:00 horas.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.