Cuando a los recién llegados se les explica lo que es elFernando Martín en ebullición tratan de imaginarlo, pero no lo comprenden hastaque lo viven en primera persona. Algo así explicaba Josh Mayo, debutante local ayer,aún con la sangre caliente tras la vibrante victoria que logró el MontakitFuenlabrada frente a un rival directo como el Sevilla.

Hugo López se atrevía a cifrar en la previa al choque en “cuatroo seis  puntos” la ventaja que te da elempuje de la afición. Anoche quizá hasta fueron más. Por eso seguramente abrióla rueda de prensa postpartido agradeciendo al equipo su esfuerzo y a laafición el apoyo, sabedor que del binomio salió la victoria.

Todo ello en la noche más emocionante de lo que llevamos detemporada, por lo mucho que había en juego, por el morbo de los reencuentroscon Casimiro, ovacionado en la presentación, y Penney, tremendo su primercuarto, y por la tremenda igualdad que presidió el partido en todo momento.Siete puntos fue la máxima ventaja que atesoró uno u otro equipo. Equilibriopermanente.

El Montakit Fuenlabrada entró al partido tratando dedesnivelar hacia su lado ese columpio de la igualdad a base de tesón y defensa,con Alberto Díaz como mejor exponente en el primer cuarto. Sin embargo lasrespuestas de Sevilla eran fulminantes. Así, del 16 – 11 del minuto 8 pasamosal 16 – 21 tres minutos después con papel estelar de Oriola, todo pundonor ybuen hacer táctico anoche.

El toma y daca del segundo cuarto encontró en Steve Butt yRolands Smits los baluartes ofensivos que devolvieron la sempiterna igualdadcon múltiples empates y cambios de liderato al frente del marcador. Con esadinámica no había otra opción que irse 42 – 42 al descanso.

A la vuelta de vestuarios vimos los mejores minutos del MontakitFuenlabrada en defensa, sólo emborronados por no asegurar el rebote. En cuantose afianzó ese aspecto volvimos a tomar ventaja y cual hormiguitas alcanzamosla muy apreciable renta de siete puntos (60 – 53, minuto 29). El problema esque no habíamos aprendido la lección de la primera mitad y nuevamente recibimosla fulgurante contestación sevillana en forma de 0 – 12 que echaba por tierratodo nuestro esfuerzo y ponía en órbita a los visitantes 60 – 65 a ocho minutosdel final.

No se colapsó el Montakit Fuenlabrada y un triple de JaviVega nos colocaba de nuevo a tiro de piedra (69 – 71). Sin embargo emergió otra vez la figura de Pierre Oriola, habitual actor secundario que ayer seconvirtió en protagonista principal con siete puntos consecutivos que nos dejabancontra las cuerdas a menos de cuatro minutos para la conclusión (71 – 78).

Entonces fue cuando comenzó a jugar de verdad la afición queabarrotaba el Fernando Martín. La comunión con el equipo llevó a los nuestros ano desfallecer en defensa, un triple de Mayo nos convenció a todos de que laremontada era posible, la presión ambiental hacía fallar tres tiros libresconsecutivos a los sevillanos y un imperial Akindele nos colocaba nuevamentepor delante con cuatro puntos del tirón que enloquecían al pabellón.

Hernangómez dio de nuevo la delantera a los suyos y con 80 -81 entramos en los 30 últimos segundos, un periodo de tiempo con embrujo propioen el que nada de lo anterior pareció tener validez. Así el infalible KirkPenney del inicio del partido erró un tiro totalmente solo que podría habersupuesto la sentencia; el héroe Oriola pecó de ímpetu y cometió una innecesariafalta sobre Panko en la lucha por ese rebote que nos dio dos tiros libres;nuestro Andy, ayer menos inspirado de lo habitual, no falló esta vez y colocóel 82 – 81; y en la jugada final, con el pabellón atronando, un Steve Burtt nomuy entonado en defensa hasta entonces acabó robando el balón decisivo tras unabuena defensa del bloque directo comenzada por Akindele.

El estallido de júbilo inundó Fuenlabrada y el público locelebró por todo lo alto, orgulloso de su equipo y sabedor de que el partidotambién se había ganado desde la grada. Emociones fuertes que a buen seguro serepetirán en lo que resta de temporada pues la victoria no garantiza nadaaunque nos deje esta semana fuera del descenso. Lo que sí nos da es un refuerzocolectivo perfectamente expresado por una de las pancartas que lució la grada: “ADNFuenla. Aquí no se rinde nadie”.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.