Electricidad en el juego. Dinamismo. Alto ritmo de movimiento de jugadores y de circulación de balón. Es lo que faltó ayer según concluyen los análisis de técnicos y plantilla. No se trata de correr como pollos sin cabeza, sino de mantener una velocidad de crucero elevada que nos permita sacar ventajas en cada jugada de ataque y dificultar en lo posible las jugadas del rival.
Ayer quedó patente. Cuando aplicamos un ritmo alto tomamos ventaja en el marcador al inicio del encuentro o redujimos la desventaja acumulada en los minutos finales. Entre medias ataques espesos y defensas un tanto contemplativas que llevaron el partido del 16 – 10 al 28 – 47 justo antes del descanso.
Nos faltó también colmillo para voltear la situación tras el descanso. No salimos a morder con ánimo de redención. Fue más de lo mismo (54 – 73, minuto 30) hasta que conseguimos revolucionar el juego ya en los minutos finales, ayudados también por cierta relajación del rival que ya veía el partido ganado. Lo que se dice maquillaje hasta dejar el marcador en el 80 – 89 definitivo.
Pero no desdeñemos esos minutos finales. Al fin y al cabo esto también va de sensaciones y en ese tramo del último cuarto anotamos con fluidez y recuperamos varios balones en defensa que nos permitieron jugar a campo abierto. Eran los minutos finales, en los que supuestamente deberíamos estar más cansados físicamente, pero justo entonces fue cuando más corrimos. Por tanto no es un asunto físico sino de meterle intensidad y concentración.
No hay mucho tiempo para corregir porque en apenas cuatro días volvemos a escena. Y dentro de seis ya habremos finiquitado la tercera jornada. Las deficiencias de ayer parecen identificadas. Bien, porque el diagnóstico es el primer paso. Ahora a poner remedio frente al Divina Seguros Joventut y el Unicaja.
Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.
Foto de Emilio Cobos |