De los cuarenta minutos reglamentarios estaríamos por delante quizá un par de ellos, apenas unos segundos en la segunda parte, donde lo mejor para nuestros intereses fue el empate a 80 con el que sonó el bocinazo final. Otro cantar fue la prórroga, en la que dominamos de cabo a rabo y en la que aprovechamos nuestra dinámica positiva de los últimos meses.
A tan feliz final llegamos gracias a la confianza absoluta en nuestras posibilidades, empujados por una grada encendida desde el primer momento porque sabía que la respuesta del equipo podía llegar en cualquier instante. De hecho, respuestas llegaron, pero de forma intermitente, por ejemplo con un 10-0 para pasar del 8 – 16 al 18 – 16. O con el partido mucho más caliente, con otro 10–0 que convirtió el 60 – 69 en 70 – 69, ya en el último cuarto.
Sin embargo, el control del partido lo tuvo siempre el Divina Seguros Joventut, dominador del rebote, acertadísimo en el triple en los tres primeros cuartos, inteligente para dañar nuestra defensa al menor error.
A resultas de ello los verdinegros se colocaron en disposición de romper el partido. Restaban menos de siete minutos y habían logrado su máxima ventaja, el 60 – 69 antes apuntado. Erramos un triple y cuando parecía que cogían el rebote para seguir abriendo brecha, Ian O’Leary se empeñó en recuperar el balón, lo hizo suyo, se levantó y anotó un 2+1. Fue la chispa que encendió al equipo y que subió aún más la temperatura de la afición.
Pero el Joventut tuvo la gran virtud de no descomponerse tras nuestra fulgurante remontada (70 – 69). Con Smith en plan líder, retomaron el mando para ponerse 74 – 79 a cuatro minutos del final. La distancia se mantenía dos minutos después (75 – 80), cuando de nuevo apareció Ian O’Leary para hacernos creer a todos en la remontada con un triple que, ahora sí, atenazó definitivamente a los visitantes. Rolands Smits empató con dos tiros libres y una gran defensa de Hakanson hizo fracasar el postrero ataque del Joventut. Prórroga.
Ahí teníamos el premio por no habernos rendido. Un nuevo mini partido de cinco minutos para sumar la octava victoria y dedicar a la afición la recompensa que merecía por su incansable apoyo.
Otra vez más el inconmensurable O’Leary, dos canastas de enorme calidad de Paco Cruz, un taponazo de Chema González y seis puntos de Hakanson, cuatro de ellos desde el tiro libre ya en el último minuto, materializaron nuestra superioridad, sobre todo mental, durante el tiempo extra. Una nueva fiesta, la que merecía Moussa Diagne en su último partido con nosotros antes de retornar al Barcelona Lassa. Un nuevo contratiempo, pues, pero ya sabéis: nunca nos rendiremos.
Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.
Foto de Emilio Cobos. |