Contaba Che García los días previos que había detectado cierta ansiedad en los jugadores ¿por qué? Pues porque el equipo veía que se estaba trabajando bien y con buenas herramientas. Vamos, que hay potencial para hacer algo chulo este curso. Así que el entrenador argentino estaba dedicando sus esfuerzos a gestionar esa ansiedad, que no nos atenazara. Y lo logró.

Con el punto justo de intensidad sin caer en la precipitación, empujando desde atrás hacia delante, corriendo siempre que fuera posible, y con hambre, mucha hambre. Así se veía en cada rebote, con una superioridad abrumadora que nos facilitaba tomar una primera renta apreciable (13 – 4 tras tres minutos y medio de juego).

Con las primeras rotaciones no cambió el panorama y continuamos dominando el juego y por ende el marcador donde cada vez el agujero se hacía más y más grande: 23 – 8, minuto 9; 40 – 22, minuto 16. La superioridad física de nuestro equipo era asombrosa para una afición acostumbrada a tener plantillas sin exuberancia muscular.  

Pero no iba a ser tan fácil. El juego que propone el Che requiere de dinamismo continuo en ambos lados de la cancha. Y resultó que llegó un momento en que nos paramos. Quizá por falta de automatismos tras apenas dos semanas de entrenamiento conjunto, sin olvidar que el rival también juega y sacó el carácter para no desenchufarse del partido antes de hora. Así los bilbaínos lograron un parcial de 5 – 15 que los metía de nuevo en el partido (45 – 37, minuto 23).

En esa dinámica se jugó casi toda la segunda mitad. Tocaba de nuevo controlar que no apareciera la ansiedad. Y el Montakit Fuenlabrada respondió a la perfección, sin amilanarse ante el aumento de la dureza de los vizcaínos, con temple en la línea de tiros libres, retomando la rápida circulación de balón  hasta encontrar al compañero mejor ubicado para encarar el aro. ¡Y zas! De nuevo 15 de ventaja al finalizar el tercer periodo. Y poco después, de nuevo la máxima 68 – 50.

Ahí quedó claro que el triunfo era nuestro, aunque hay que volver a reconocer el coraje del Retabet Bilbao que no bajó los brazos y siguió peleando hasta el final. Dio tiempo para celebrar con cánticos y bailes en la grada una victoria por 82 – 68 que corrobora que sí, que las cosas se están haciendo bien.

No hemos escrito aún ningún nombre propio. Y es que todos aportaron lo suyo y tuvieron su momento de peso en el partido. Vargas y Rupnik dominaron el ritmo, cada uno a su estilo. Popovic y Cruz acumularon 19 puntos entre ambos, Llorca dio relevos de gran valor en momentos importantes, O’Leary, Smits y Eyenga estuvieron pletóricos en los físico, Olaseni barrió en rebotes con 10 rechaces en menos de 19 minutos de juego, Sekulic se fajó y sumó en muchas facetas (8 puntos, 7 rebotes y 1  asistencia), Chema González cumplió en el escaso tiempo del que dispuso, como a buen seguro habrían hecho Sergio Llorente y Emir Sulejmanovic si el cuerpo técnico hubiera echado mano de ellos.  

Y el público ¡Ay la afición! ¡Cómo vibró! ¡Cómo disfrutó! ¡Cómo empujó! Se vio identificada de inmediato con lo que su equipo estaba haciendo sobre el parqué. Con el extra además de jugadas que levantaban al personal de sus asientos, tantas que dan para hacer un Top 7 exclusivo del Montakit Fuenlabrada. Tapones de Eyenga, O’Leary, Olaseni, Sekulic; mates de Eyenga, O’Leary, Olaseni, Smits. Y eso que anduvimos fallones desde el triple, que si no la fiesta habría sido mayor.

Lo dicho, las ilusiones que nos habíamos hecho en pretemporada tienen fundamento. La mejor prueba es la rápida identificación de la afición con el equipo. Disfrutémoslo hoy domingo que se nos viene rápido un examen mayúsculo el miércoles en Andorra. Y luego vendrán a Fuenlabrada Unicaja y Baskonia. ¡Qué ganas!

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.

Foto de Emilio Cobos.