Dicen quienes le conocieron que el gran Velimir Perasovic era un jugador perfeccionista hasta resultar cansino. En torno a él se levantaron mitos más o menos ciertos como que tenía la llave del pabellón y un balón en el maletero para ir a tirar a horas intempestivas
20 de abril de 2020
Lo que sí podemos asegurar es que se apostaba meriendas en el local “Chacón” con el responsable de material Antonio Romero a ver quién ganaba en los uno contra uno. Para nivelar la contienda Peras jugaba sólo con la mano izquierda y el brazo derecho a la espalda. Según cuenta el propio Antonio, Perasovic le decía: “tú defiéndeme dándome golpes, pero más fuerte, como hacen los defensas en los partidos”. Y allí se lanzaba Antonio a pegarle fuerte. Al final siempre ganaba el croata, pero luego correspondía pagando la merienda.
También “sufría” sus obsesiones Juan Mora, el delegado del equipo. Durante cinco temporadas ambos viajaron asiento con asiento en los desplazamientos en autobús y compartieron infinidad de conversaciones. Pero había un problema. Mora, del que dicen que “es capaz de dormirse en una pelea”, tuvo que aguantar las reflexiones del gran Velimir en los muchos viajes nocturnos de vuelta a casa tras haber perdido el partido, pero los ojos se le cerraban sin remedio. ¡Menudos mosqueos se cogía el croata al percatarse de que su compañero de asiento estaba dormido! ¡Y a saber cuántos kilómetros llevaba frito sin escucharle! Le decía: “Mora, no duermas, tenemos que hablar del partido”.
Pero no solo solía llevar balones en el coche. También tenía sitio entre sus enseres para el tablero y las piezas de ajedrez. Quien quisiera probar suerte con blancas o negras tenía en Perasovic un rival dispuesto a echarle un pulso. Pero ojo, que no vendía barata su derrota. Más de una partida se echó en la propia pista del pabellón después de los entrenamientos.
Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada. |
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