El Montakit Fuenlabrada demostró anoche que tiene músculo. Que cuenta con una plantilla con argumentos suficientes en cada posición para hacer frente a todos los rivales. Ojo, hacer frente no significa ganar, pero sí competir la victoria en cada jornada. Ese es el reto, la continuidad, que el equipo siga creciendo y no caiga en altibajos.

Para lograr esa meta parece que podrán ayudar mucho los dos últimos en venir, Xavi Rey y Luka Rupnik. Gran noticia la capacidad de adaptación que han demostrado ambos en tan sólo unos días. Destacamos sus nombres por lo novedoso, pero lo cierto es que la victoria de ayer sólo se entiende merced a la aportación colectiva. Nadie fue el héroe, pero todos resultaron importantes para ganar.

Además el equipo ya es identificable, va tomando los automatismos defensivos que no se veían hace unas semanas, incomoda al rival, roba o rebotea y corre. Las transiciones rápidas dan puntos relativamente fáciles y muy sabrosos. Y en el ataque de cinco contra cinco la bola ya fluye, el yoyo ha perdido protagonismo en favor del pase. Después los tiros entrarán o no, pero las sensaciones generales son, ahora sí, las adecuadas.

Con todo ello hicimos frente a un muy buen equipo como el che, que llegaba a Fuenlabrada con tan sólo una derrota, la cosechada frente al Real Madrid. De entrada fueron los visitantes los que se mostraron más asentados en el campo y amenazaban con abrir distancia en las postrimerías del primer cuarto (12-18).

Fue entonces cuando el Montakit Fuenlabrada cambió de marcha, dio un paso más en defensa y comenzó a desarbolar al rival a base de contrataques y de vertiginosas circulaciones de balón. Mediado el segundo periodo el marcador reflejaba un merecido 31 – 20 y el Fernando Martín se venía arriba identificándose y disfrutando con lo que veía sobre el parquet.

Pero esa no iba a ser la tónica del partido. Dos superclases como San Emeterio y Dubljevic se encargaron de frenar la sangría y dejar el encuentro equilibrado al descanso (37 – 33). El tercer cuarto fue el que más se le atragantó a nuestro equipo. Tras intentar escaparnos en su inicio (46 – 38) sufrimos una sequía anotadora provocada por la buena defensa levantina que desembocó en el empate a 49.

Incluso ya en el último periodo el Valencia se colocó por delante. Fueron minutos donde emergió la figura, cada día más grande, de Rolands Smits. De las manos de nuestro canterano vinieron once puntos casi consecutivos que nos mantuvieron en el cara a cara (61 – 60, minuto 35). Todo se encaminaba a un desenlace para quedarse sin uñas.

Y en esos momentos cobró especial relevancia una suerte baloncestística que bien merece una tesis doctoral al respecto. El tiro libre. El tema nos pilló un poco en frío pues no pudimos lanzar ni uno hasta llegados al minuto 37, pero aun así nos mostramos, ¿cómo diríamos?, menos desacertados que el rival.

Un puntito desde la línea de personal anotado por Xavi Rey nos colocaba en franquicia 68 – 62 a poco más de un minuto para la conclusión. Respondió con un triplazo San Emeterio (68 – 65). Y a continuación llegó la canasta del partido. Por el momento, por la plasticidad, por la dificultad y por decidir prácticamente el partido. La firmó de nuevo Rolands Smits en un bello uno contra uno para poner el 70 – 65 a 38 segundos de la conclusión. Una nueva buena defensa colectiva provocó el fallo del Valencia en el siguiente ataque y la explosión de júbilo de la afición que pudo celebrar en los últimos segundos como se merece una victoria tan valiosa y de tanto significado como esta.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.

Fotos de Emilio Cobos.