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Las anécdotas pueden surgir espontáneamente por malentendidos, por mala suerte, por descuidos… pero también porque quienes te rodean tengan un poco de mala uva y un mucho de ganas de cachondeo. Esto último es lo que le pasó al pívot Jorge García en aquel vestuario fuenlabreño de mediados de la pasada década con especímenes como Solana, Paraíso, Ferran López o Salva Guardia.



10 de mayo de 2020
Jorge García y la ilusión de un niño… defraudado

No es que aquel Fuenla estuviera plagado de estrellas que protagonizaran anuncios en televisión, pero quien más quien menos recibía zapatillas gentileza de marcas deportivas, muchas veces con la mediación de sus agencias de representación.

Una semana le llegaban a Tom Wideman, otra a Saúl Blanco o a José Antonio Paraíso… Pero quien no recibía era Jorge García y eso que una de las marcas le había asegurado que en breve le enviarían algunos pares de “zapas” para lucirlos en los partidos.

-“¿Ha llegado ya mi paquete?”, preguntaba insistentemente Jorge con su vozarrón cordobés al delegado y al utillero.

-“Pues aún no”, obtenía siempre como respuesta.

Y veía con cierta envidia que sus compañeros presumían de zapatillas nuevas regaladas mientras él no hacía otra cosa que esperar y preguntar, esperar y preguntar y vuelta a esperar y vuelta a preguntar.      

Un día un paquete en el vestuario le hizo albergar ilusiones, -“Esta es la mía”, dijo ilusionado-, pero al echarle mano vio que el destinatario era Francec Solana. Tres flamantes pares de zapatillas nuevas para Franky. Otra decepción y otro pitorreo de los compañeros. Ahí se le encendió la bombilla de la maldad a Solana que urdió junto al delegado Juan Mora y al utillero Antonio Romero el plan definitivo:

Guardaron las cajas en las que Solana había recibido sus zapatillas, Antonio Romero rebuscó pares antiguos usados de los que quedan en el baúl de los recuerdos y Juan Mora envolvió nuevamente las cajas con las zapatillas usadas imitando a la perfección la etiqueta habitual de la marca de ropa que hacía los envíos.

Pocos días después, aprovechando una tarde en la que Jorge García era de los últimos en llegar al entrenamiento, dejaron el paquete en su taquilla. ¡Qué felicidad la de Jorge al ver aquello, a su nombre y en su taquilla del vestuario!    

Paquete en mano salió a la pista voz en grito para vengarse de sus compañeros.

“¡¡Mirad, cabrones, mis zapatillas nuevas. Ya os lo decía yo!!”, les espetó.

Corrieron todos al vestuario, unos cómplices y otros curiosos, a ver cómo Jorge abría el regalazo. Su cara dibujó la inicial incredulidad, la cruel decepción y pronto la enojada comprensión de lo ocurrido, cuando ya rodeado de carcajadas del resto del equipo estuvo a punto de tirarles a la cabeza aquellas zapatillas usadas antes de partirse de risa junto a los demás.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.




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