Satisfacción era la sensación predominante entre equipo y afición a la conclusión del encuentro. Por ganar y por haberlo hecho siendo fieles a la filosofía con que se trabaja a diario. Con el respaldo enorme de una grada cada vez más repleta que conectó con la pista del primer al último momento del partido.
Obviamente ayudó nuestro gran acierto de cara al aro, un aluvión de triples en la primera parte. Lo bueno es que eran tiros librados, fruto del buen trabajo conjunto para llevar la pelota al compañero en mejor posición. Y así es más fácil meterla, claro.
Ese juego en equipo también estuvo presente en defensa, siendo agresivos, con cambios constantes en los bloqueos, asfixiando los ataques manresanos. El problema fue el rebote. Nuestros grandes, emparejados con sus pequeños, estaban un poco lejos del aro, y a nuestros pequeños les costó esa labor de contención ante los pívots rivales. De esos rebotes ofensivos vivió mucho tiempo el Baxi Manresa para limar cada ventaja que tomábamos.
La dinámica del juego llevó al marcador un constante pulso entre nuestros intentos de escapada y sus respuestas inmediatas. Del 33 – 22 al 35 – 30. Y poco después del 44 – 33 al 47 – 45 con que nos fuimos al descanso. Ahí estaban los manresanos capeando nuestro temporal de triples, fieles también a su baloncesto fluido y sin especulaciones.
Nuestro peor momento llegó al inicio del tercer periodo, fallando tiros bien trabajados e incapaces de contener las acometidas del Manresa en transición. Ahí estuvimos bien mentalmente, con una reacción fulgurante ejecutada a la carrera, triple va, matazo viene y parcial de 11 – 0 para retomar el mando (70 – 61).
Lejos de amilanarse, los visitantes siguieron respondones con Thomasson como principal amenaza (72 – 70). Pero había una diferencia respecto a la primera parte: ahora sí estábamos cerrando mejor el rebote. Y eso nos habilitó para dar el golpe casi definitivo pues los dejamos casi cinco minutos sin anotar mientras que nosotros hallábamos diferentes vías de anotación, sobre todo mediante nuestros pívots con cestas de Alexander, Cheatham y Ristic. Restaban poco más de cuatro minutos, el marcador mostraba 85 – 70 y el pabellón era una fiesta.
Empero quedaba un susto más. Algún error en el tiro por aquí, una precipitación por allá, un despiste defensivo por acullá…. y 85 – 80 aún con un minuto por jugarse. Apareció entonces la rúbrica de Obi Emegano, magistral durante todo el encuentro. Capturó un rebote ofensivo y penetró para acabar con un 2 + 1 que, ahora sí, sentenció el triunfo.
La celebración se saboreó en la pista y en la grada como se merece, con los jugadores agradeciendo y disfrutando el apoyo recibido por una afición que se identificó con ese Urbas Fuenlabrada al que vio defender, correr y pelear durante cuarenta minutos.
Departamento de Comunicación del Urbas Fuenlabrada.
Foto de Alba Pacheco. |